Aquí va una reseña. Si es demasiado larga para el blog haré entregas más cortas.
Zygmunt, Bauman, Vidas desperdiciadas, trad. de Pablo Hermida. Barcelona, Paidós, 2005.
A partir de 1990 hemos visto una tras otra las entregas de Zygmunt Bauman en un esfuerzo por explicar y hacer inteligible para un amplio público los desafíos y los lastres de una sociedad posmoderna y globalizada. Polaco, de ascendencia judía, tuvo que abandonar su tierra natal y buscar refugio en la Unión Soviética; regresó para enseñar en la universidad de Varsovia, lugar que nuevamente dejó para trasladarse a Israel. Después de pocos años volvió a emprender el viaje, ahora hacia Inglaterra, lugar donde se estableció hasta su retiro de las aulas.
Es justo en el retiro, cuando Bauman empieza a escribir de manera prolífica los pensamientos que lo han acompañado por años. Modernidad y holocausto (Sequitur,1998), Ética posmoderna (Siglo XXI, 2005) o Modernidad líquida (FCE, 2003) son algunos de los textos que lo han colocado junto a Ulrich Beck (La sociedad del riesgo, Paidós, 1998) o Richard Sennet (La corrosión del carácter, Anagrama, 2000) como uno de los grandes teóricos que abordan las problemáticas de la cultura posmoderna desde las perspectivas del trabajo, la familia y las relaciones personales en el marco de una sociedad de consumo.
Es lo efímero, lo perecedero, lo pasajero lo que condiciona a nuestras sociedades de consumo. Todo está listo a ser desechado. En diciembre nos anuncian las modas que habrán de venir para el verano. Una exhibición de autos nos muestra lo que ha de salir al mercado en tres o cuatro años. En una revista cualquiera que hojeemos, sobre cualquier tema, nos dice lo que está in y por su puesto lo pasado de moda, lo out, algo que solamente un insensato sería capaz de apreciar. Baudelaire no se equivocaba cuando expresó que la modernidad era lo transitorio y lo fugitivo.
El precio de está renovación cada vez más acelerada es el desecho de lo que ya no apreciamos, son los residuos que eliminamos. Italo Calvino en Las ciudades invisibles (Siruela, 1994) refiere que “más que por las cosas que cada día se fabrican, venden, compran, la opulencia de Leonia se mide por las cosas que cada día se tiran para ceder lugar a las nuevas”. Nosotros somos habitantes de esa misma ciudad. Las demandas de la actualidad son convertir cualquier cosa en prescindible, hasta los propios individuos.
Hoy en día, los países subdesarrollados tienen las tasas de natalidad más altas. Antes fueron la India o China, hoy lo son Angola o Afganistán. El excedente de población de los pobres es una irresponsabilidad se nos dice. Sin embargo, el promedio de habitantes por kilómetro cuadrado en África es de 21, en los Países Bajos de 425 y en Hong Kong de 5514. Si toda la población de China e India viviera en el territorio de los Estados Unidos su densidad de población no sería mayor a la de Inglaterra o Bélgica. Parecer ser, que el excedente de población es solamente un excedente de gente pobre. Son los residuos humanos.
En la actualidad alrededor del 70% de la riqueza mundial está concentrada por los Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que su población apenas representa alrededor de un poco más del 10% del total mundial. El resultado de esto es la natural búsqueda de empleo donde lo haya, pero la libertad de movimiento que hay para las mercancías o el dinero no es existe para los seres humanos. A pesar de eso, ya sea saltando bardas o cruzando ríos, en balsas o a través de intrincadas formas de llegada, la migración es una de las principales realidades de este siglo. Con los retos que representan los flujos migratorios la división entre “centro” y “periferia” o “desarrollados” y “subdesarrollados”, es una división que debe quedar atrás. La miseria y la desigualdad son un problema global y no local como se nos quiere hacer creer muchas veces.
El problema de la migración y la pobreza que la produce es un problema que no va a desaparecer con cerrar los ojos. Es una realidad que ha llegado al corazón de los países ricos. Millones de latinos marchan en Estados Unidos para exigir su reconocimiento como elementos productivos de la sociedad. En los barrios pobres de París, franceses hijos de inmigrantes protestan porque el país no ha sabido integrarlos de manera exitosa, y no nos confundamos, ellos no van ir a ningún lado porque aunque sean hijos de árabes ellos ya son franceses. A la inmigración se suma el “pequeño” detalle de los refugiados y de los desplazados. Zonas de conflicto como Irak, Ruanda, Etiopía o Sudán producen más de 30 millones de desplazados. Tan sólo hay cuatro millones de palestinos que viven de manera permanente en campamentos de refugiados porque han sido lanzados de las tierras que habían habitado por generaciones.
Hace casi dos años el gobierno holandés decidió retirarle la nacionalidad a Ayaan Hirsi Ali, una de sus diputadas de origen somalí. A esta mujer, activista a favor de las mujeres musulmanas y en contra de las mutilaciones genitales, se le acusa de haber mentido en su carta de naturalización por decir que procedía de Somalia, siendo que había vivido en el intermedio en otros países. La realidad es que como activista de mujeres musulmanas y de inmigrantes es perseguida y amenazada por radicales islámicos y al gobierno holandés le ha parecido demasiado incómodo tener que protegerla. Al quitarle la nacionalidad, le quitan la protección y la obligan a buscar asilo en otra parte. Lo que no entiende el gobierno holandés, al igual que la mayor parte de los países europeos o de Estados Unidos, es que –como dice Bauman- una vez que se es refugiado se es refugiado para siempre. Un inmigrante seguramente lo será por el resto de su vida. No lo hacen por gusto, es una necesidad derivada de la forma en que se ha organizado la economía mundial. En palabras de Zygmunt Bauman “en un planeta globalizado no hay afuera, no hay tierra de nadie a la cual los otros puedan ser deportados”.
Vidas desperdiciadas es un libro sobre esos parias, esas grandes carencias en la modernidad: problemas de la periferia como emigrantes y refugiados, a la par de los problemas del centro como la cultura de lo efímero, la carencia de compromiso en el trabajo o en las relaciones personales y la dificultad en la integración de “los otros”.
Zygmunt, Bauman, Vidas desperdiciadas, trad. de Pablo Hermida. Barcelona, Paidós, 2005.
A partir de 1990 hemos visto una tras otra las entregas de Zygmunt Bauman en un esfuerzo por explicar y hacer inteligible para un amplio público los desafíos y los lastres de una sociedad posmoderna y globalizada. Polaco, de ascendencia judía, tuvo que abandonar su tierra natal y buscar refugio en la Unión Soviética; regresó para enseñar en la universidad de Varsovia, lugar que nuevamente dejó para trasladarse a Israel. Después de pocos años volvió a emprender el viaje, ahora hacia Inglaterra, lugar donde se estableció hasta su retiro de las aulas.
Es justo en el retiro, cuando Bauman empieza a escribir de manera prolífica los pensamientos que lo han acompañado por años. Modernidad y holocausto (Sequitur,1998), Ética posmoderna (Siglo XXI, 2005) o Modernidad líquida (FCE, 2003) son algunos de los textos que lo han colocado junto a Ulrich Beck (La sociedad del riesgo, Paidós, 1998) o Richard Sennet (La corrosión del carácter, Anagrama, 2000) como uno de los grandes teóricos que abordan las problemáticas de la cultura posmoderna desde las perspectivas del trabajo, la familia y las relaciones personales en el marco de una sociedad de consumo.
Es lo efímero, lo perecedero, lo pasajero lo que condiciona a nuestras sociedades de consumo. Todo está listo a ser desechado. En diciembre nos anuncian las modas que habrán de venir para el verano. Una exhibición de autos nos muestra lo que ha de salir al mercado en tres o cuatro años. En una revista cualquiera que hojeemos, sobre cualquier tema, nos dice lo que está in y por su puesto lo pasado de moda, lo out, algo que solamente un insensato sería capaz de apreciar. Baudelaire no se equivocaba cuando expresó que la modernidad era lo transitorio y lo fugitivo.
El precio de está renovación cada vez más acelerada es el desecho de lo que ya no apreciamos, son los residuos que eliminamos. Italo Calvino en Las ciudades invisibles (Siruela, 1994) refiere que “más que por las cosas que cada día se fabrican, venden, compran, la opulencia de Leonia se mide por las cosas que cada día se tiran para ceder lugar a las nuevas”. Nosotros somos habitantes de esa misma ciudad. Las demandas de la actualidad son convertir cualquier cosa en prescindible, hasta los propios individuos.
Hoy en día, los países subdesarrollados tienen las tasas de natalidad más altas. Antes fueron la India o China, hoy lo son Angola o Afganistán. El excedente de población de los pobres es una irresponsabilidad se nos dice. Sin embargo, el promedio de habitantes por kilómetro cuadrado en África es de 21, en los Países Bajos de 425 y en Hong Kong de 5514. Si toda la población de China e India viviera en el territorio de los Estados Unidos su densidad de población no sería mayor a la de Inglaterra o Bélgica. Parecer ser, que el excedente de población es solamente un excedente de gente pobre. Son los residuos humanos.
En la actualidad alrededor del 70% de la riqueza mundial está concentrada por los Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que su población apenas representa alrededor de un poco más del 10% del total mundial. El resultado de esto es la natural búsqueda de empleo donde lo haya, pero la libertad de movimiento que hay para las mercancías o el dinero no es existe para los seres humanos. A pesar de eso, ya sea saltando bardas o cruzando ríos, en balsas o a través de intrincadas formas de llegada, la migración es una de las principales realidades de este siglo. Con los retos que representan los flujos migratorios la división entre “centro” y “periferia” o “desarrollados” y “subdesarrollados”, es una división que debe quedar atrás. La miseria y la desigualdad son un problema global y no local como se nos quiere hacer creer muchas veces.
El problema de la migración y la pobreza que la produce es un problema que no va a desaparecer con cerrar los ojos. Es una realidad que ha llegado al corazón de los países ricos. Millones de latinos marchan en Estados Unidos para exigir su reconocimiento como elementos productivos de la sociedad. En los barrios pobres de París, franceses hijos de inmigrantes protestan porque el país no ha sabido integrarlos de manera exitosa, y no nos confundamos, ellos no van ir a ningún lado porque aunque sean hijos de árabes ellos ya son franceses. A la inmigración se suma el “pequeño” detalle de los refugiados y de los desplazados. Zonas de conflicto como Irak, Ruanda, Etiopía o Sudán producen más de 30 millones de desplazados. Tan sólo hay cuatro millones de palestinos que viven de manera permanente en campamentos de refugiados porque han sido lanzados de las tierras que habían habitado por generaciones.
Hace casi dos años el gobierno holandés decidió retirarle la nacionalidad a Ayaan Hirsi Ali, una de sus diputadas de origen somalí. A esta mujer, activista a favor de las mujeres musulmanas y en contra de las mutilaciones genitales, se le acusa de haber mentido en su carta de naturalización por decir que procedía de Somalia, siendo que había vivido en el intermedio en otros países. La realidad es que como activista de mujeres musulmanas y de inmigrantes es perseguida y amenazada por radicales islámicos y al gobierno holandés le ha parecido demasiado incómodo tener que protegerla. Al quitarle la nacionalidad, le quitan la protección y la obligan a buscar asilo en otra parte. Lo que no entiende el gobierno holandés, al igual que la mayor parte de los países europeos o de Estados Unidos, es que –como dice Bauman- una vez que se es refugiado se es refugiado para siempre. Un inmigrante seguramente lo será por el resto de su vida. No lo hacen por gusto, es una necesidad derivada de la forma en que se ha organizado la economía mundial. En palabras de Zygmunt Bauman “en un planeta globalizado no hay afuera, no hay tierra de nadie a la cual los otros puedan ser deportados”.
Vidas desperdiciadas es un libro sobre esos parias, esas grandes carencias en la modernidad: problemas de la periferia como emigrantes y refugiados, a la par de los problemas del centro como la cultura de lo efímero, la carencia de compromiso en el trabajo o en las relaciones personales y la dificultad en la integración de “los otros”.
3 comentarios:
Va comentario: en general coincido con mucho de lo que hay en este post. Aunque no termino de entender que parte es reseña y que parte son las conclusiones y juicios del autor. Sobre todo cuando llegamos a la parte demogràfica, la reseña se convierte en pastiche que recupera categorías como "subdesarrollado" que contradicen el argumento anterior sobre la imposibilidad de distinguir claramente entre centro y periferia. Pero la parte más dudosa y la que más me incomoda es la que hace referencia sobre la diputada holandesa Ali. En primer lugar es falso que se le haya sido retirada la nacionalidad holandesa, lo que hubo es un intrincado conflicto polìtico que la puso a ella en el centro de una controversia constitucional (vean un articulo detallado sobre el tema en Wikipedia). Es falso también que el motivo de retirar la nacionalidad sea la persecusiòn por parte de "radicales islàmicos" (sea lo que signifique eso) o la falta de coraje del gobierno holandés para enfrentarlos.
Holanda, cabe recordar, está metida de lleno en la ocupación de Afganistán y como para muchos estados europeos con grandes intereses trasnacionales, especialmente en el sector de energéticos, la existencia de una fuerza oscura que amenaza la democracia liberal es un pretexto magnífico para una política exterior militarizada e intervencionista.
Lo de Ali no es sólo anecdótico, sino una evidencia de las simplificaciones que los exégetas de la globalización gustan de construir (y aqui es donde espero que sea el reseñado y no el reseñista el que habla). La cuestión es más complicada que una activista feminista y liberal contra el Islam machista y autoritario. Ali es un peón que -haciendo críticas legítimas al mundo musulmán- ha sido utilizada por lo más dudoso de la derecha posmoderna occidental para justificar lo injustificable: la colonizaciòn y la guerra.
No he leído a Bauman y tal vez no pertenezca a esto, pero yo me cuido de los posmodernos, que no son más que salvadores de aquello que critican, es decir de la modernidad y sus santones: la existencia del mercado mundial, la ciencia, el ateísmo pedestre y dogmático (del tipo del que emplea Zeitgeist que tanto gusta a nuestro amigo de Lafuente)
Utilizar argumentos culturalistas como el de Ali para ilustrar el conflicto "posmoderno" me parece que es justamente, convertir la reflexión y el pensamiento en un artìculo de consumo: fàcil de digerir, light, simple como un cartel publicitario, fragmentario, y simplificador.
Trataré de ser puntual en mi respuesta Chemin.
1)El concepto subdesarrollado es utlizado por el autor ante la imposibilidad de seguir utilizando el de Tercer mundo y la negación a utilizar el eufemístico en "vías de desarrollo". O sea lo utiliza no po ser exacto -ya que todos los conceptos son polisémicos- sino por el uso generalizado. Teniendo esto como antecedente y después de la explicación que pretende dar respecto a las condiciones de marginalidad, expresa "el reto de revisar conceptos como centro y periferia y la necesidad e superarlos". Es decir, el replanteamineto conceptual es un reto que no se ha resuelto de manera satisfactoria, por lo que no existe una contradicción sino más bien un reto inconcluso en el edificio conceptual.
2)Lo de la diputada holandesa, eso es de mi cosecha. Es cierto que no se le quitó la nacionalidad pero en un caso así, dew vida o muerte, creo que la amenaza es suficiente. La lógica de quitarle la nacionalidad respondía a que de esta manera tenía que abondonar su escaño parlamentario y por ende el Estado le retiraba la seguridad que se le había asignado. Holanda el mismo Estado que está metido en Afganistán amenazaba a una de sus parlamentarias con un argumento leguleyo para dar gusto a los radicales islámicos que los presionaban. Aquí yo uso radical islámico o podría usar fundamentalista en base a la genealogía de la palabra: radical proveniente de raíz y fundamentaslista de fundamento, es decir los que -dicen- estar más apegados a la ortodoxia. No pretendía emitir un juicio de valor en su uso, aunque estoy de acuerdo que estas palabras -en nuestra realidad el populismo- manejadas de manera sensacionalista tienden a la tergiversación y a la estigmatización. Estoy de acuerdo que la cuestión es más complicada que una feminista contra el Islam macho. Pero es insoslayable que el Islam, en su forma generalizada o popular, reviste grandes atavíos de machismo. Por mi parte, creo -esto es una mera creencia- que las sociedades islámicas exigen una secularización del Estado nacional. Vamos, en Amsterdam y París hay muchas mezquitas pero en varios países islámicos no existen iglesias. Creo que lo justo es que ambas existas de los dos lados. Por otro lado, me parece que los cambios de esas sociedades, no vendran muchos del interios sino que vendrán de las mujeres, de preferencia educadas de Occidente. Esas mujeres, profundamente religiosas que van a la universidad a estudiar derecho y filosofía, que manejan autos, que mandan dinero a sus comunidades, que están educando a sus hijos musulmanes de manera distinta a la que ellas fuero educadas, son -aquí sigue siendo solamente una intuición- el agente de cambio en las comunidades del mundo islámico. Son un doble agente, no por sus fines sino por su condición misma de interioridad-exterioridad del grupo al que pertenecen.
Por otra parte, en el texto se lee "el gobierno decidió retirarle la nacionalidad" y no dice "el gobierno le retiró la nacionalidad". No pretendo escudarme en una falsa retórica pero la reseña la escribí hace dos años y a una semana de la decisión del gobierno de retirarle la nacionalidad. La decisión política se tomó pero el hecho no fue llevado a cabo. Cuando tomé la reseña solamente actualicé la parte cronológica y no hice una precisión en la narrativa y sus tiempos verbales. Mea culpa.
3)Utilizar lo de Ali como elemento culturalista que hace la reflexión light y la covierte en un artículo de consumo es completamente cierto. Bauman en sí mismo no es un gran teórico ni creo que esa es su aspiración, el pretende ser un difusor de cierto pensamiento crítico a los valores más que a las ideas modernas. No sé si el sea light pero definitivamente sus obras los son pero ¿que obra de divulgación o difusión no es light?. Por otra parte, como dije la reseña que fue escrita hace dos años era para el suplemento de Milenio, y mi intención en esos casos siempre fue hacer algo más light para que la gente no involucrada le dieran ganas de hacerlo. No es un pretexto ni me disculpa pero es el contexto.
4)Sobre los posmodernos y el posmodernismo. Haces -hacemos- bien en cuidarnos: la mayoría son unos charlatanes. Ni Bauman ni yo hablamas de posmodernismo -al menos aquí-. Bauman utliza el concepto de modernidad líquida en vez de posmodernismo; Dussel utiliza transmodernidad por ejemplo. Otra vez aquí no hay un consenso pero el posmodernismo es el concepto más aceptado y difundido -como subdesarrollado. El problema no consiste en buscar definiciones más precisas sino en la difusión de esos términos. (Otra ejemplo podría ser el de historiología en lugar de teoría de la historia y un largo etc.) Me parece bien identificar posmodernismo más que como corriente intelectual-filosófica, artística o cualquier otra- como periodo histórico. Aquí me acogería a la identificación de F.Jameson -teórico de influencia marxista- del posmodernismo como expresión cultural del capitalismo tardío. Aquí van de la mano Jameson, Dussel y Bauman. Aunque a mi caga el concepto de "posmodernidad" -tan desgastado por "expertos" y neófitos que ni siquieran podrían explicar la modernidad- creo que es un tema que valdría la pena discutir críticamente en próximas entregas.
Último) Agradezco el largo comentario y la buena lectura. El blog, parece cumplir su cometido.
PS. Seguiré rescatando textos de mis archivos y prometo escribir nuevos.
Javier
Me falto...
Es cierto Ali ha sido utilizada como peón por una derecha reaccionaria y aunque sus argumnetos originalmente eran válidos, hoy ha optado por hacerle el caldo gordo -de manera consciente- a esa derecha
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