domingo, 28 de septiembre de 2008

Aclarando

E: Otra vez lo que responde mis palabras no es más que una necesidad de respuesta. El ánimo de creer que alguien debe ganar una discusión no me domina y además en este tiempo no me importa demasiado la discusión personal al respecto de este tema. Intenté llevar tus “incongruencias” por el lado amable. Traté de centrarme en el tema de Gandhi porque no quería decir palabras personales. A la luz de tu nueva y fatal repuesta no tengo más que escribir lo que pensé primero y que, después de hablar con javo, había decido olvidar.

Quien me conozca sabe que nunca he creído tener alguna verdad infalible. No creo que mi forma de vivir la vida sea la correcta ni trato de que alguno siga el camino de mis elecciones. Por el contrario, asumo que mis formas y maneras son sólo el reflejo de lo que soy como ser humano y de mis cortas reflexiones cotidianas. Un sentido muy individual que se fortalece en la convivencia y en lo colectivo. Algo así como vivir la vida a mi manera y ver si eso tiene eco en otras voces. El cambio puede ser violento también de este modo pero puede llevar mucho tiempo lo cual es una limitación. Que el rumbo sea el correcto nunca está garantizado.
¿Cómo tergiversas mis palabras para determinar que alabar la agitación y el conflicto es alabar la violencia? En mi parecer la agitación promueve discusión, cambio, organización, ideas, experiencias…el conflicto obliga a los cuestionamientos, a la crítica constante, la caída de los paradigmas. En ambos estados las ideas obligadamente deben ser más sólidas y precisas y por ello las alabo. Insisto en que sólo creo en defender lo construido, en no dejarme arrebatar lo que quiero y en el respeto que debe regir la vida en sociedad. No desprecio a aquellos que piensan diferente pero tampoco los reconozco como amigos. Si creo que hay “algunos cabrones y cabronas que merecen ser destruidos”, lo digo por aquellos que roban, dictaminan y rigen las vidas de tantos otros. ¿Quién les otorgó ese derecho?
No quise juzgar tus elecciones ni tus modos de pensar porque la verdad considero que entre nosotros ese lazo o ese derecho, se rompió hace mucho tiempo. En este y en el anterior texto tengo que explicar “cualquiera que me conozca sabría…” eso me revela que en realidad los hechos no han alejado tanto que no sabes a quien lees ni miras. En realidad no me conoces y el juicio ignorante de mi, si es reconocido como un escupitajo o una provocación y no como un acercamiento.
Contesto las particularidades:

“Mi post sobre el Mayor Gopal nace de la incomodidad y el rechazo moral y ético que me provoca lo escrito por FCC”.
¿Juicios morales? ¿Éticos? ¿Quien juzga a quien? ¿Quién otorga el poder de hacerlo? ¿Tal vez lo venden en alguna esquina? Yo escribo sin pensar demasiado porque mis letras no son pretenciosas ni buscan impresionar a nadie. Escribo lo que pienso y siento porque me gusta compartir y no me cabe la menor duda de que cada segundo actúo con mayor apego a esas creencias. No tengo la verdad…tengo mi verdad y me parece asqueroso no ser fiel, al menos, a aquello en lo que uno cree y construye.

“De ahí que las alabanzas a la violencia, sobre todo hechas desde la comodidad del hogar, me parezcan una forma fastidiosa de catolicismo sin Dios".
Siempre has confundido dos cosas. Una que la comodidad del hogar es grata y dos que la agitación y el conflicto se encuentren sólo en una selva aferrado a un fusil, en la guerra o bien lejos de tu propia comodidad. Yo promuevo en cada uno de mis espacios esas ideas porque ellas van inmersas en todo lo que hago. No puedo pensarlo de otro modo.
Sobre el tema religioso vuelvo a lo mismo…te fascina esa religiosidad que no viviste y que en mi parecer es asquerosa. Yo no creo en lo que la iglesia católica promulga ni en la forma en la que lo hace. Respeto la religiosidad de las personas aunque no la de las iglesias y en realidad, si he de ser sincero, reconozco que respeto cada vez menos a los hombres que viven su vida basados en la creencia de Dios.

“En tu respuesta dejas intocada mi referencia al Che, que en el fondo es el centro de la crítica, porque a diferencia tuya, su alabanza de la agitación y el conflicto iba acompañada de una praxis”.
Sobre el Che no dije nada porque estuve de acuerdo en que su entorno marca gran parte de su pensamiento y praxis. Sin embargo creo que la admiración profunda que le tengo al Che proviene no de sus ideas (con las que muchas veces discrepo), si no del respeto que me genera una persona que vive de acuerdo a lo que cree cada día.
En mi parecer juzgar la historia es lo mismo que tú me criticas en tu escrito…hablar desde la “comodidad del hogar” sobre los hechos suscitados en otro tiempo y en otras circunstancias no me parece justo. En mi parecer el Che hizo lo que creyó necesario para su tiempo y nada más.
Sobre mi praxis creo que no estás en condiciones de juzgarla porque en realidad no me conoces ni estás cerca de mi vida.

“Y sí, estoy lleno de esas "contradictorias convicciones" que tan prontamente estás dispuesto a señalar. Es más: vivo contradictoriamente. Entre otras cosas porque no se cuál es la verdad y porque la noción de ella me parece totalitaria, violenta y megalómana. Trato de que mis contradicciones no se tornen en deshonestidad o hipocresía y procuro -siendo la persona que soy- no hacer daño a los demás”.
Justificación pomposa para negarse a vivir tu vida a tu manera. Para justificar todo lo que hacemos, porque en el fondo no sabemos que esta bien y que esta mal. La idea del eterno niño confundido y asustado. Otra vez repulsivo para mi gusto. Además viniendo de ti me suena hasta a mal chiste (y no quisiera recordar aquí eventos que lo expliquen).

“Si tuviera que pelear con alguien en un club de la pelea, seguramente elegiría al Che, aunque lo más seguro es que me pondría una tunda. Creo que sólo un gringo divertido, macho y nihilista (Palahniuk) podría tener la ocurrencia de querer madrearse a Gandhi”.
Para que veas creo que yo jamás entraría a un Club de la pelea porque detesto la violencia innecesaria e injustificada. Agarrarme a golpes con otro está solo determinado por el que ese otro violente mi espacio o intimidad de manera radical. No escogería al Che y en verdad tampoco a Gandhi porque sería un abuso. Estoy seguro que Palahniuk tampoco es tan burdamente literal y creo que como bien decía la HC queeen debes dejar de ser tan lineal. Léelo y verás que estás hablando ligeramente de un gran escritor y de un gran tipo.

Finalmente aquí terminan mis escritos sobre el tema. No encontraras en este espacio otra respuesta si decides escribir otra vez. Te sugiero ser cuidadoso con los que digas sobre mí y te ofrezco la posibilidad de acercarnos y conocernos otra vez sin los nubarrones de antaño. No puedo garantizar que vaya a gustarte quien soy pero al menos la crítica desde el conocimiento podría ser comprendida y considerada. Todo lo que proviene de esta distancia que nos ha alejado me suena a mentira.
Disculpen los otros participantes del blog por este asunto bilateral e invito a que las discusiones puntuales sobre los escritos se hagan por medio de nuestros correos electrónicos.

Abrazos.
FC

Meta-respuesta

Hay quien dice que los blogs no pueden ser más que un acto puramente personal. La gente los ve y utiliza como proyecciones de lo propio, de la emoción, el intelecto y la experiencia que va formando a cada individuo. No estoy seguro, pero mi impresión es que los blogs harto personales padecen a veces de cierto infantilismo estridente, de individualismo exacerbado. Aunque hay muchos que son actos de generosidad, puertas abiertas para compartir con otros lo que se vive, en su mayoría me parecen sospechosos instrumentos de auto-promoción, ventanas para el exhibicionismo que incentivan esa actitud tan obvia en nuestro tiempo, que consiste en reducir la realidad al texto y a la imagen, a la representación, si prefieren.
Así que aunque también tengo un blog que no es más que una proyección de mí y en el fondo pura representación (que el Gran Auditor de la Coherencia vaya haciendo su lista de ideas incompatibles), me resisto a usarlo como espacio de exhibición de mi mismo y de mi vida. Hay quien lo hace y lo hace bien. Yo no. Quisiera dejar las cosas en paz, tomar actitudes conciliadora, dejar pasar y no hacer de este espacio una proyección del yo, pero en este caso las respuestas merecen nuevas respuestas.
Mi post sobre el Mayor Gopal nace de la incomodidad y el rechazo moral y ético que me provoca lo escrito por FCC en el post sobre Zapata y no de los comentarios ni las alusiones (lúdicas y humorísticas, según se dice) al Javo dejadas en mi post sobre Batman.
En el post sobre Zapata, FC escribió: "Yo alabo la agitación y el conflicto" ¿Qué diablos quiere decir eso? ¿Cuál agitación y cuál conflicto? ¿Desde dónde se hace esa alabanza? ¿Qué ética es la que permite alabar la violencia? Mi intuición me dice que dicho elogio sólo puede provenir de un escepticismo melodramático con el que no simpatizo (pero ojo: es intuición y no una certeza). Me parece que las alabanzas (¿teóricas? ¿poéticas?) de la violencia sólo pueden hacerse posible desde una posición sumamente cómoda, que se da el lujo de hacer ditirambos de aquellas violencias que se consideran políticamente necesarias a la vez que se condena con dedo flamígero las que parecen moralmente reprochables.
Me parece Francisco, que tu afirmación (por más que vaya disfrazada de acto poético) coincide lamentablemente, con una posición dogmática y totalitaria, similar a la que tienen todos aquellos que efectivamente ejercen o celebran la violencia (hombres de estado, guerrilleros, mafiosos, empresarios, prepotentes de toda calaña). Es una posición que a mi me parece provenir de una visión puramente egocéntrica del mundo (del tener la certeza moral de que "hay cabrones y cabronas que merecen ser destruidos"). De ahí que la identifique con algo que llamo "nihilismo burgués". Me parece por otra parte, que la génesis de tus dichos no puede sino encontrarse en una identificación (cultural) con el valle de lágrimas que los católicos piensan que es el mundo. Sólo que a diferencia de los católicos convencidos, no hay salvación ni vida después de la muerte. De ahí que las alabanzas a la violencia, sobre todo hechas desde la comodidad del hogar, me parezcan"una forma fastidiosa de catolicismo sin Dios".
En tu respuesta dejas intocada mi referencia al Che, que en el fondo es el centro de la crítica, porque a diferencia tuya, su alabanza de la agitación y el conflicto iba acompañada de una praxis. El Che, a diferencia de Gandhi, no tuvo contradicciones. El mundo le repugnaba como era, los hombres como existían le parecían tan miserables que creía en la necesidad de "un hombre nuevo" y actuó en consecuencia. Nunca se alejó del guión. No tuvo las contradicciones que señalas en el caso de Gandhi. Para el Che, la consigna era "crear dos, tres... muchos Vietnam, " y es ésa coherencia centrada en la violencia y no los estertores de una radicalidad puramente discursiva lo que realmente me preocupa.
Y sí, estoy lleno de esas "contradictorias convicciones" que tan prontamente estás dispuesto a señalar. Es más: vivo contradictoriamente. Entre otras cosas porque no se cuál es la verdad y porque la noción de ella me parece totalitaria, violenta y megalómana. Trato de que mis contradicciones no se tornen en deshonestidad o hipocresía y procuro -siendo la persona que soy- no hacer daño a los demás. Si lo mío te ha parecido una provocación y un escupitajo, lo lamento sinceramente. En todo caso, buscaba cuestionar una posición que rechazo y a la vez incentivar el diálogo con alguien que respeto y cuyas opiniones me interesan (todos ustedes, pero en éste caso las tuyas, Fran). Ojalá el diálogo continúe aunque sea ríspido.
Un abrazo,
EZ.
PD: Si tuviera que pelear con alguien en un club de la pelea, seguramente eligiría al Che, aunque lo más seguro es que me pondría una tunda. Creo que sólo un gringo divertido, macho y nihilista (Palahniuk) podría tener la ocurrencia de querer madrearse a Gandhi.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Respuesta

Acudo desprovisto de cualquier pretensión bélica u ofensiva, no puedo sin embargo, omitir las palabras vertidas en este espacio que buscan herir y que terminan muy lejos del blanco pretendido. Cualquiera que me conozca descubre, sin mucho esfuerzo, mi afán lúdico y humorístico en mi comentario a JB y no habría tomado eso como referente o declaración de principios. Curiosamente no es él quien responde si no EZ, a quien mis palabras parecen golpearlo en el centro mismo de sus pesares o preocupaciones actuales. La historia sobre el mayor Gopal ha sido captada y asimilada. He decidido también que merece una respuesta.

Chemo: Lamento profundamente si ofendí en algo tus contradictorias convicciones porque ese no era el objetivo y aclaro que prefiero mantenerme al margen de este tipo de discusiones personales en el futuro (dentro de este espacio), ya que asumo el carácter colectivo del mismo.

Un abrazo para todos.

Mi respuesta:

Pienso que la provocación es un paso altanero que promueve la violencia. Si una política o ideología pretende basarse en la no violencia como principio fundamental, creo entonces, que debería evitar también aquellas manifestaciones que tienden a su promoción o a su origen. No es fácil lanzar un escupitajo y no recibir una respuesta a ello. Eso sería reflejo de poner la otra mejilla algo que me produce asco y que involucra también esa religión que tanto te atrae y criticas.

“Pensé también en la enorme capacidad de seducción que la agitación y el conflicto tienen para los escépticos, para lo que ya no creen en nada y piensan que el mundo es un lugar terrible donde sólo hay sufrimiento. Pensé que eso, es una forma fastidiosa de catolicismo sin Dios, una forma de nihilismo burgués. Y coincidí con el Mayor Gopal en que Gandhi era muy grande”.

Asumo que la vida es lo más preciado que tengo. No creo en otra vida, ni en la separación del alma y el cuerpo. ¿Cómo podría ser el alma algo más perfecto que el cuerpo humano? ¿Es posible? Yo amo los cuerpos y los celebro a mi manera. Tampoco creo en alguna institución más que en cualquiera de mis certezas. Si pienso que el mundo es un lugar terrible donde hay mucho sufrimiento y no por ello apelo a su destrucción si no a la del sistema que lo soporta y lo funda. Justamente porque el mundo y la vida valen la pena vivirlos es que creo que las cosas deben cambiar. Tengo un profundo respeto por la vida personal y la de los otros pero no creo en dejármela arrebatar por quien no lo ve del mismo modo.
Realmente creo que son muy pocos quienes podrían ver su muerte o la muerte de quienes queremos sin reaccionar de algún modo violento. Tal vez profundas convicciones religiosas lo permitan pero no es mi caso y no pretendo vivir bajo las creencias o predicciones de otros. Además he de reconocer que cada día siento menos respeto por los hombres de fe y por aquellos que un día se excusan magistralmente con pomposos discursos y luego sus actos y acciones cotidianas los contradicen por completo.
Sobre Gandhi diré que es otro personaje que refleja profundas contradicciones. Hay un Gandhi al que respeto y admiro profundamente y hay otra parte de él que me parece repulsiva. Cuestión de enfoque supongo. En mi parecer la política de no cooperación hacia los gobiernos o instituciones opresivas es un acierto. La verdad siempre, la igualdad y la convicción en el cariño a los otros también. Yo creo en la no violencia para conseguir la transformación pero creo que es necesario tener una dosis de respuesta si quieren destruir lo que se ha edificado en pos de una vida mejor.
No creo que nadie pueda sentarse a mirar como se calcina lo logrado en cada uno de los preceptos mentirosos que el sistema nos ofrece. Yo pienso que Gandhi también pensaba de este modo y por ello se enfrentaba a la contradicción discursiva. Por ejemplo, es conocido (y comprendido) que durante el conflicto indo-pakistaní (manipulado por Inglaterra), hizo públicas sus ideas acerca de obviar las políticas de paz y no violencia contra Pakistán, en caso de hostilidades. ¿Flexibilidad de la regla? ¿Humana debilidad?
Gandhi dijo: “Estoy convencido de que la no violencia es infinitamente superior a la violencia, pero creo que en el caso en que la única opción posible fuera entre la cobardía y la violencia, yo aconsejaría la violencia… Preferiría que la India recurriera a las armas para defender su honor, antes que, de una manera cobarde, se convirtiera en testimonio del propio deshonor”.
No siento ajeno un pensamiento de este tipo porque entiendo el momento histórico en que fue concebido y porque se que la elección, en muchos casos, no es solamente nuestra si no que aparece como reflejo del hastío hacia un sistema injusto y decadente que nos violenta en la intimidad y en lo colectivo. No querer verlo o no querer cambiarlo es en mi parecer, un acto clase mediero, pretencioso y cobarde, de comodidad inalterada. Gandhi también tuvo enseñanzas sobre el amor, el respeto, la dignidad humana y las formas que deben guiar las relaciones sociales dentro del marco de la no violencia. Rescato esa parte del discurso con dos citas:

"No puedo tolerar la menor concesión a la mentira en mis escritos. Estoy dispuesto a rechazar todo lo que se consiga con mengua de la verdad y, por otra parte, estoy convencido de que no hay mas religión que la verdad".
"No quiero mi casa amurallada por todos lados ni mis ventanas selladas. Yo quiero que las culturas de todo el mundo soplen sobre mi casa tan libremente como sea posible. Pero me niego a ser barrido por ninguna de ellas. Me niego a vivir en casa ajena como un intruso, un mendigo o un esclavo".

La parte que detesto.

“[Tyler and narrator are discussing ideal opponents.] Tyler Durden: ok: any historic figure. Narrator: I'd fight gandhi. Tyler Durden: good answer”.

Este pasaje de Fight Club siempre me generó dudas y cuestionamientos profundos. Siempre quise averiguar por qué un tipo como Chuk Palahniuk (que no olvida un solo detalle) incluiría ese episodio en el libro y se las arreglaría para hacerlo también en la película. Tendría que ser importante o poseer un mensaje feroz.
Un día me encontré algunos discursos de Gandhi respecto de la persecución nazi hacia los judíos que produjo en mí un sentimiento violento. Pensé ¿qué clase de ser humano puede pedirle a otro este tipo de actos cobardes?
A inicios de la Segunda Guerra Mundial, Gandhi llevó su discurso no violento al extremo citando el Sermón de la Montaña (la idea de no responder al mal con el mal), y declaró que los judíos “ganarían el amor de Dios al ir voluntariamente hacia sus muertes”. También sugería:
"Dejen las armas, por cuanto éstas no van a servir para salvarles a ustedes ni a la humanidad. Deben invitar a Hitler y Mussolini a que tomen todo lo que quieran de sus países. Si quieren ocupar sus casas, váyanse de ellas. Si no les permiten salir sacrifíquense a ellos, pero siempre rehúsen rendirles obediencia".
No pude dejar de pensar que para mí morir no era una opción y en qué tanto de nosotros mismos se destruye cuando dejamos que nos arrebaten aquello que queremos y hemos construido. No me refiero por supuesto a las cosas materiales sino a las otras. Me refiero a si dejarse matar por otro no es solo una cobarde forma de rendir obediencia a la estupidez y el horror. Entonces he reconocer que apreté mis puños y al igual que el Narrador de la novela, ¿Cornelius? ¿Rupert? supe que a ese Gandhi, yo también quisiera molerlo a golpes.
FC.

martes, 2 de septiembre de 2008

Algo sobre el Mayor G.


Una tarde de verano en Londres, mi amigo el Mayor Gopal me invitó a comer a su cuarto. Vivía como muchos estudiantes en una habitación minúscula que compartía con su mujer que lo ayudaba en todas sus tareas pues el Mayor Gopal era ciego.

Yo lo había visto desde el primer día de clases, recuerdo que lo primero que pensé fue: ¿qué le pasa a este tipo qué no se saca nunca los lentes oscuros en clase? Me caían mal sus anteojos y sus grandes anillos con piedras brillantes que me recordaban a los que los diputados provinciales utilizan en mi país.


Tiempo después, en un pequeño seminario que tomaba en un salón que seguro había sido una bodega de los conserjes, me tocó sentarme al lado del Mayor Gopal. Tardé un rato en darme cuenta que no veía más que bultos y sombras y que su cara estaba marcada por unas cicatrices hondas que corrían desde la mejilla y bajaban por el cuello hasta perderse dentro de la camisa. Con todo y su ceguera, el Mayor Gopal se las arreglaba bastante bien, caminaba sin bastón -aunque casi siempre agarrado del brazo de su esposa- y tomaba notas en un cuaderno absurdamente largo en el que la frases zigzagueaban y terminaban por amontonarse en un desorden monumental.


Durante el seminario, el Mayor Gopal había sido el único tipo que había dicho algo en contra de las ortodoxias económicas que nos enseñaban, lo hacía con precisión y firmeza y una buena dosis de ironía que había dejado callados a nuestros compañeros, aspirantes todos a un puesto en el FMI. Ese día nos hicimos amigos.


Pasamos casi todo el año juntos, yo lo invitaba a mi casa y él me invitaba a comer unos antológicos currys a la suya. Después de la comida me animé a preguntarle cómo había perdido la vista. Gopal me contó con su habitual tranquilidad que venía de una familia numerosísima y pobre de Bengala y se había convertido en soldado para asegurarse una educación y un plato de comida.


Tras años de servicio, había ascendido en la jerarquía a fuerza de prestar servicios en las zonas más candentes de la India: la frontera con China, en Bután y finalmente en Kashmir, donde hay una guerra abierta entre el gobierno indio y el separatismo islámico. Gopal había sido miembro de las fuerzas especiales -lo que constituía un dolor de cabeza en Inglaterra, pues constantemente tenía que tramitar permisos de estadía con el gobierno británico- y estaba encargado de operaciones contrainsurgentes en la frontera con Pakistán, hasta el día que pisó una mina que casi le arrancó un brazo y la mitad de la cara. Tras largos años de quirófano y rehabilitación, había sido dado de baja del ejército, se convirtió en contador y luego obtuvo una beca para estudiar en Inglaterra. Gopal me tenía fascinado. No sólo contaba historias fantásticas que hablaban de lugares extrañísimos sino que además era alguien que contradecía todos mis estereotipos sobre la India. Mi primer amigo indio estaba en las antípodas de Gandhi: era un guerrero, un tipo para el que el combate no era una idea abstracta sacada de algún libro ni una colección de imágenes televisivas, sino una realidad concreta de la que su ceguera era una evidencia irrefutable y permanente.

Yo que crecí entre ex-guerrilleros y militantes duros de las guerras de América Latina que no contaban demasiado sobre su pasado, estaba maravillado ante el mayor Gopal que hablaba en forma simple y brutal sobre la guerra (tal vez la única forma de hacerlo. Todo lo demás son discursos que se lleva el viento).

La tarde en cuestión Gopal me contó de su renovada admiración por Gandhi: Antes de venir aquí - me dijo- pensaba que Gandhi no era tan importante. Había conseguido la independencia de la India, sí. Pero yo pensaba que para 1947 los británicos ya estaban en declive y preferían regresar a su isla. Pero ahora he cambiado de opinión. La violencia, mi querido Emiliano, es una de las cosas más concretas que existe. Es como una verdad y frente a eso la idea de la no-violencia parece una abstracción, una cosa ligera, sin realidad (something light, without fabric) ¿Te das cuenta de lo inteligente que hay que ser para liberar a un país sin matar a nadie? Gandhi era muy grande.

Yo sólo me quedé pensando, mientras comía un curry con los dedos. Lo primero que pensé fue en el Che y en que probablemente no reconocía otra realidad que la violencia. Esa era su materialidad, la prueba empírica e irrefutable de la existencia. La guerra como la única forma de la verdad. Pensé también en la enorme capacidad de seducción que la agitación y el conflicto tienen para los escépticos, para lo que ya no creen en nada y piensan que el mundo es un lugar terrible donde sólo hay sufrimiento. Pensé que éso es una forma fastidiosa de catolicismo sin Dios, una forma de nihilismo burgués. Y coincidí con el Mayor Gopal en que Gandhi era muy grande.

Foto: Estatua de Gandhi en Tavistock Square, Londres. Justo en la esquina de la plaza, uno de los atacantes suicidas hizo estallar un autobús en julio de 2005.