lunes, 11 de agosto de 2008

La razón populista

La razón populista
Ernesto Laclau

El peculiar título que ha escogido Ernesto Laclau provoca muy distintas reacciones en la cultura latinoamericana. Término que ha sido manoseado en exceso en los últimos años, podría remitirnos a elementos como asistencialismo, personalismo, caudillismo, etcétera.

El autor argentino, discípulo de Eric Hobsbawm, propone estudiar la categoría de populismo de manera distinta a la perspectiva más extendida del fenómeno. La diferencia radica en que en el análisis no se pone énfasis en la clásica tipificación de la manipulación del pueblo (simple dato de la estructura social) por un líder carismático, sino en la decisión teórica de admitir al pueblo como categoría política con demandas específicas que permiten la construcción de una identidad colectiva.


Para Laclau populismo no es un concepto esencialista, sino el modo específico en que las demandas populares se articulan, estableciendo una lógica de la política entendida como dinámica de institución de lo social. Teniendo en cuenta elementos del postestructuralismo y del psicoanálisis (primordialmente la obra de Jacques Lacan), Laclau piensa al populismo como una práctica política específica por lo que el análisis debe centrarse en el conjunto de estrategias discursivas y de condiciones que han propiciado el surgimiento de los discursos populistas.


El sociólogo argentino manifiesta que es necesario pasar de un tipo de análisis en el que la unidad del grupo se da por descontada, a otro en el que es concebida como articulación variable de demandas. Como ejemplo manifiesta que los reclamos en torno a la vivienda, al empleo, a la salud, al suministro de agua, a la escolaridad, no tienden espontáneamente a confluir en un todo congruente y unificado sino que dependen de articulaciones cambiantes y contingentes, o sea, esencialmente políticas.


La heterogeneidad de demandas particulares es incuestionable, por lo que para no caer en un mero particularismo, las demandas específicas se tienen que articular en lo que el autor ha denominado cadenas equivalenciales, en las que cada uno de los eslabones mantiene su individualidad, pero en las que todos ellos adquieren, a través de símbolos comunes, una cierta universalidad. En realidad, toda demanda parcial se constituye en el interior de una tensión: en tanto reclamo parcial adquiere una mayor solidez a través de su inscripción en una cadena equivalencial más amplia; pero esta cadena puede, a su vez, deformar y ahogar a la demanda. Mantener el balance entre estas dos posibilidades extremas es lo que constituye el arte de la política. Sin cadena equivalencial no hay construcción de una voluntad colectiva, pero si esta cadena se torna autoritaria con respecto a los eslabones que la componen tampoco logrará, en el largo plazo, constituir una hegemonía política.


Con un enfoque microanalítico, Laclau estudia tres momentos históricos en la construcción de lo que se ha tratado de definir como “pueblo”. La formación del Partido del Pueblo (1896) en Estados Unidos, la ideología del Partido Republicano del Pueblo en el nacimiento de la Turquía moderna y el populismo peronista entre los años de 1960 y 1970, son los ejemplos concretos que utiliza el autor para ilustrar sus tesis.


En la parte final del libro, Laclau se da tiempo para discutir las diferencias que existen entre sus propuestas y las de otros autores sobre el populismo; todo dentro de los marcos teóricos del post-marxismo, el post-estructuralismo y el psicoanálisis. Retoma la discusión inconclusa que tuvo con el esloveno Slavoj Žižek en Contingencia, hegemonía y universalidad, criticándole el exagerado énfasis que pone en el antagonismo social, al considerar que una sobredeterminación de la categoría de clase es la que propicia los antagonismos étnicos o de género, por ejemplo. Respecto a las tesis de Michael Hardt y Antonio Negri propuestas en su ya clásica obra Imperio, les critica que ante la heterogeneidad social que ha promovido el capitalismo global, ellos opongan una desarticulada constitución del sujeto emancipatorio al que denominan “la multitud”.


La obra de Ernesto Laclau, académico de la Universidad de Essex, se aleja de la explicación funcionalista de los politólogos tradicionales, teniendo en cuenta siempre los elementos pasionales e irracionales en la construcción de las identidades colectivas. Un elemento criticable en la obra de Laclau es su escritura, barroca en demasía, con el que aleja a los posibles lectores fuera del ámbito académico.


*Puede verse una reseña del mismo libro, otro cara de Jano publicada por JS-HM en junio de 2006 en la revista Letras Libres. El pretendido liberal concluye su crítica diciendo “El postmarxismo resulta a fin de cuentas neoschmittismo. Antiliberalismo con traje folclórico”. Como colofón añado la anécdota, cuando Laclau –sociólogo reconocido mundialmente- presentó el libro en el CIDE, -presentación organizada por el FCE- la División de Estudios Políticos, hija en su mayoría de los rational choices puso cara de “¡No entiendo ni madres!” y trataron de escabullirse poco a poco. Al final el director de la división solamente pudo pedir disculpas “por que sus estómagos no estaban acostumbrados a tal tipos de alimentos”.

4 comentarios:

Los Meteoros dijo...

Cámara. Supongo que una cosa que se desprende de Laclau es que el "pueblo" es siempre una realidad contigente (una convergencia entre líder y un tipo de colectividad surgido de una demanda específica) Laclau, supongo, critica la perspectiva liberal que sólo ve una relación de subordinación y manipulación entre un líder carismático y una masa sin agencia, pero también al esencialismo populista que homogeniza y esencializa a ese pueblo y lo asume como una realidad trascendente y latente.
Luego entonces, el líder populista y el pueblo, sólo surgen en la coyuntura. Me imagino que el Peje espera con paciencia ese momento...

Saludos

Los Meteoros dijo...

Perdón. Sigo con algo que se me ocurrió: si "el pueblo" es resultado de la coyuntura (la demanda), entonces no es clase, ni etnia, ni tiene realidad estructural más que su pura articulación frente a la demanda. El pueblo es momento, instante. Supongo que lo mismo puede decirse de ciertas fases del movimiento indígena. Los "indígenas" aparecen con la demanda, en ausencia demanda (o sin la centralidad de esta)dejan de ser los indígenas y se convierten en mixes, mayas, nahuas, etc.

Unknown dijo...

Me parece que así es Chemo. Lo central en el planteamiento de Laclau es la demanda de carácter democrático. El populismo es la respuesta a la demanda, no la demagogia ni una supuesta manipulación de las masas, tampoco la trascendencia metafísica del ente denominado "pueblo". Me parece que la figura de Evo y el MAS, está latente cuando Laclau -al igual que en algún texto de Dussel- elabora su trabajo. De cualquier manera la parte lacaniana del trabajo escapa a mi comprensión.

Saludos

J.

FCC dijo...

¿El populismo como respuesta de la masa frente al absurdo y mentiroso sistema democrático? Una respuesta bastante ligera desde mi perspectiva.
Yo todavía creo que la violencia es inevitable y que no serán los jodidos los que den el primer putazo. Después, y como siempre digo, hay que saber de que lado estar. Pienso que la construcción de pueblo nada tiene que ver que este circo de votos aunque hay ideas interesantes en Laclau. Bien escrito como siempre aunque a veces siento que tus reseñas son una forma de no mostrarte.

Abrazo.